La concentración de Michael Jordan - Por Aíto García Reneses - Marzo 1999

He tardado un poco más de lo previsto en escribir estas líneas porque en este par de meses no he querido opinar sobre temas de actualidad, como por ejemplo la Copa del Rey, evitando así que existiese la posibilidad de que algunos Críticos se pudiesen sentir aludidos con mis opiniones, y que de esta forma pudieran motivarse para criticar con más contundencia, si es que ello era posible.

Sin embargo, podría haber hecho como voy a hacer ahora y escribir de un tema completamente diferente pero lo lamento: no me salía.

La primera vez que me impresionó Michael Jordan fue en San Diego (California) unos días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Una Selección de los jugadores profesionales de la NBA que estaban jugando una Liga de Verano se enfrentó a la Selección Olímpica de Estados Unidos. Faltando dos minutos para terminar el partido Jordan penetró junto a la línea de fondo y cuando iba a tirar, ante el peligro de un tapón, continuó su vuelo para hacer un tiro a canasta pasada. A pesar de ser frío como espectador, terminé el partido sin volver a sentarme en mi asiento, asombrado, como muchos de los allí presentes.

Recuerdo que antes de acudir a Estados Unidos le había comentado a Antonio Díaz Miguel, por entonces Seleccionador Español, que se debía acudir a los Juegos con la ambición de ganar a todos. “¿Por qué no se puede ganar a Estados Unidos si el equipo estará compuesto por jóvenes de 21 años que es posible que se pongan nerviosos?”. Menos mal que tuve ocasión de verle el día anterior al comienzo de los Juegos para decirle que se olvidase de mi comentario: no les íbamos a ganar.

No voy a hacer un análisis de todas las características que han convertido a Michael Jordan en el mejor y más completo jugador de la historia: defender, recuperar balones, taponar, bloquear, rebotear, tirar de cerca y de lejos, penetrar, botar, pasar, leer el juego, comunicarse con sus compañeros, ambición de ganar, volar… Simplemente voy a destacar una cualidad que hoy en día no está muy valorada: “la concentración”.

La temporada pasada tuve la ocasión de seguir a Chicago Bulls, de cerca, durante una semana en la que jugaron tres partidos en Chicago y uno en Atlanta además de verles entrenar cinco días. Me llamaron la atención muchas cosas pero una de ellas fue la permanente concentración de Jordan. Fue impresionante: desde salir a entrenar impecablemente vestido y perfectamente afeitado hasta estar pendiente de absolutamente todo, desde su propio juego hasta el de sus compañeros (parecía, incluso, que si hubiese una mosca en la sala él la tendría controlada) y, todo ello, con la sencillez del que aparenta no hacer nada.

Ante del comienzo de esta temporada cuando anunció su retirada él mismo explicó que a pesar de encontrarse físicamente bien no se veía capaz de mantener la concentración necesaria para seguir jugando.

Es un ejemplo a seguir para los actuales y futuros jugadores, incluyendo las declaraciones de su retirada. Actualmente una mayoría de jugadores con talento no son capaces de mantener la concentración y lo que es peor muchos creen que es suficiente con hacer una acción buena de vez en cuando pensando que es lógico “desconectar” durante los entrenamientos y los partidos.